Mundo Ovillo presenta:

Aventuras sarutnevA

miércoles, 26 de enero de 2011

Un día dos vidas tres deseos

El amanecer colorea la ciudad, despierta las calles, suspira sobre los amores que desembocan sedientos tras el sol. El brillo del verano apuñala la madrugada, y no miente. Ya el calor golpea, cercena, acuchilla, empalaga, humedece, enoja. Entonces el río enmudece al compás de la brisa, los grillos cantan hasta aturdir y las máscaras de la rutina van saltando una a una mientras disfrazan las muecas de cada quien. Una risa atribulada ríe en un balcón, y
Sin embargo hay dos que se retuercen sin importar el día: las pasiones desconocen los relojes, las razones y los ruidos de la mañana. Saltan y juegan, aman y prueban, andan y ruedan. Tiran de la cuerda hasta sentir que cede (en ese instante letal que se parece al abismo). Un coro de sensaciones se dispersan por su mundo, y vuelan por los aires como gaviotas que surcan el cielo como olas que rompen la marea como gritos que estremecen el silencio como miles de agujas clavándose en el pelo como uñas arañanado la piel como luces que serpentean el infinito como ojos que miran fijo otros ojos como manos de dedos suaves que acarician la misma piel como flores de papel que vuelan por los aires como gaviotas que surcan el cielo.
Pero se ve. A través del vidrio la ciudad desnuda certezas: hoy, ayer, mañana, taxis, salida, entrada, vence, vale, cuánto, prohibido estacionar. Pero no se ve. La luz del día ilumina, crece, se hace gigante sobre las cabezas, quema violenta lo que encuentra a su paso hasta volverse una tibia llama que ahora da paso, y
Sin embargo hay dos que se retuercen sin importar el día. El atardecer colorea la ciudad, alivia las calles, naufraga sobre los amores que aún aúllan sedientos persiguiendo el sol. "Ser feliz, ser feliz, ser feliz"