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miércoles, 11 de mayo de 2011

Muchasideasmuchas

Un camino lleno de flores, repleto de flores, podrido de flores podridas que se pudren entre sí. Un río que a lo lejos corre despiadado, que corta como cuchillo la soledad del paisaje, que separa las tierras camino a más allá. Un sol que quema mientras aturde las ideas de quien se atreva a desafiarlo. Entonces la intensidad de una mañana de fuego que incendia las flores podridas, y brilla el río correntoso, y seca las tierras de un páramo perdido.
Todo eso: una mirada. Que es en realidad La Mirada, que se fundió en el aire como mariposa en pleno vuelo. Una mariposa que murió de madrugada.
Y mientras tanto, el mundo sigue en pie. Igual. Tal como fue ayer.
Las vidas siguen transitándose tan ruines como ingenuas, tan felices como hipócritas, tan amargas como el último sorbo de un veneno vencido por el tiempo. ¡No! Las vidas siguen transitándose tan alegres como esperanzadas, tan deseosas como finitas, tan cerca del horizonte que se sienten las cosquillas del amanecer. Así, sí.
Nadie escucha -mientras tanto- el grito desesperado. Las verdades más profundas navegan por la corriente hasta que llegan a destino y se salen del cauce y tumban los árboles e inundan las calles y arrastran todo lo que a su paso encuentran. Otra vez el Plan de Evacuación salió mal: el grito desesperado llegó tarde, un río despiadado perdió su rumbo, las flores trajeron su perfume pestilente y las vidas transitadas se dejaron flotar en un charco nauseabundo.
Mientras se escurren las penas, dejo mi barquito de papel. Tal vez el tiempo ilumine un poco el panorama y podamos dejar atrás las cosas que duelen.

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